miércoles, 15 de junio de 2016

SIENTO A DIOS QUE CAMINA...

Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar. 
Con él nos vamos juntos. Anochece.
Con él anochecemos. Orfandad... 

Pero yo siento a Dios. Y hasta parece 
que él me dicta no sé qué buen color. 
Como un hospitalario, es bueno y triste;
mustia un dulce desdén de enamorado:
debe dolerle mucho el corazón. 

Oh, Dios mío, recién a ti me llego,
hoy que amo tanto en esta tarde; hoy
que en la falsa balanza de unos senos,
mido y lloro una frágil Creación. 

Y tú, cuál llorarás... tú, enamorado
de tanto enorme seno girador... 
Yo te consagro Dios, porque amas tanto;
porque jamás sonríes; porque siempre
debe dolerte mucho el corazón.